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La arquitectura de nuestro Maternal

By 18 junio, 2025No Comments

Por Diomar García

Docente de Artes, Colegio Alemán de Cali

 

Cuando el Colegio Alemán de Cali me invitó a diseñar el nuevo espacio de Maternal, en calidad de arquitecta, vinculé a mi sobrina Carolina Quijano, estudiante en ese momento de Arquitectura en la Universidad del Valle, para aprovechar nuestra conexión con la institución, en tanto egresadas que habíamos experimentado la vida cotidiana en Alemania, lo que nos decidió a aventurarnos en el maravilloso proyecto que desafió nuestra creatividad.

La concepción de Maternal surgió de la visión de la señora Caroline Bürckle, rectora del Colegio entre 1999 y 2007, quien, luego de analizar el estado de la educación en la ciudad de Cali, consideró que era fundamental implementar una formación educativa desde la primerísima infancia, con un sentido bicultural, vivencial, lúdico y divertido, propuesta que fue aceptada por la Junta Directiva del momento, en cabeza del señor Oscar Lars Larsen, su presidente.

 

“El Maternal DSCali fue formalmente inaugurado en 2001”.

 

Partimos del concepto arquitectónico de crear un espacio capaz de transportar a los niños y niñas a un mundo de sueños y naturaleza. De esta idea, surgieron los cuatro elementos esenciales para el desarrollo del diseño: aire, fuego, agua y tierra. Recuerdo que pasamos días dibujando, modelando y hasta discutiendo amistosamente sobre si el aire debería tener toboganes o si el fuego se vería mejor representado en tonos naranjas y rojos. Al final, convinimos que el material perfecto para dar vida a nuestro concepto era el bambú, no solo por su belleza y resistencia, sino porque nos permitía construir algo “ligero”, como si el edificio flotara en el aire. Decidimos elevarlo a una altura prudencial sobre el suelo: a veces imaginábamos que al entrar los niños y las niñas sentirían que estaban en un castillo sobre las nubes, suspendidos entre sus juegos y el cielo.

La construcción fue casi un acto de fe. Cada vez que nos enfrentábamos a los retos estructurales o a la mirada de alguien que no entendía muy bien por qué hacíamos una “escuela flotante”, visualizábamos a niños y niñas corriendo, riendo y descubriendo el pequeño universo que estábamos creando. También nos divertía imaginar cómo ellos, algún día, mirarían atrás y recordarían esta “fortaleza aérea” como el lugar donde comenzó su curiosidad por el mundo.

Hoy en día, observar el Maternal terminado y funcionando es como ver el reflejo de una idea disparatada que, con pasión y un poco de humor, se hizo realidad. Y aunque los planos originales solo eran bosquejos en papeles y dibujos a mano alzada, siento que cada rincón del lugar lleva la esencia de nuestros sueños, esos que comenzaron en el aire y ahora se materializan en el corazón de cada pequeño explorador.

Los parámetros del diseño

Al abordar el diseño, nos centramos en cómo los cuatro elementos podían convertirse en algo más que conceptos abstractos y percibirse realmente en el espacio. No queríamos que el aire, el fuego, el agua y la tierra fueran únicamente temas decorativos; deseábamos que cada uno les entregara a los niños y niñas una experiencia sensorial. Por ejemplo, en las áreas inspiradas en el aire, nos decidimos por espacios abiertos y techos elevados, de modo que se sintiera como un ambiente ligero y libre, casi como si el viento pudiera colarse entre las paredes y el bambú.

El área de fuego fue un desafío porque, claro, no íbamos a poner llamas en un espacio para pequeños. Encontramos la manera de representar su calidez mediante una paleta de colores vibrantes y luces que evocan una sensación de calor acogedor, mientras que el agua se incorporó no solo con la presencia del riachuelo que corre junto al Maternal sino creando un voladizo donde los pequeños pudieran sentir que flotaban sobre el río y ver el movimiento del agua bajo sus piececitos, además, pequeños jardines con plantas que brindaban frescura al ambiente y ayudaban a mantener el espacio relajante. La tierra fue quizá la parte más divertida, porque ahí sí pudimos incluir detalles naturales, como las texturas que daban las superficies de los troncos que se elevan al cielo y un suelo con materiales orgánicos. Queríamos que los niños y niñas sintieran que cada paso los conectaba con la naturaleza.

 

“Maternal DSCali: Un universo de ensueño, magia y fantasía”.

 

Cada elemento tenía un propósito, más allá de lo estético. Deseábamos que al recorrer los espacios los niños y niñas fueran explorando cada uno de estos mundos, estimulando su curiosidad y sus sentidos de una manera que no solo fuera visual, sino táctil, auditiva y hasta olfativa.

Como tantas cosas en la vida, superadas las dificultades, parece que todo fue muy fácil de diseñar y construir. En retrospectiva, podríamos pensar que no fue tan difícil de lograr, pero la realidad fue otra. Nos enfrentamos a desafíos únicos, que hicieron de este proyecto una auténtica prueba de creatividad y paciencia. Uno de los primeros retos fue aprovechar al máximo el espacio disponible sin que se perdiera la sensación buscada de amplitud. Queríamos que cada metro cuadrado fuera una oportunidad para que los niños y niñas exploraran y descubrieran el mundo a través de sus sentidos.

Además, nos propusimos conservar y potenciar la vegetación existente, integrándola de manera que el entorno natural fuera parte esencial del aprendizaje. No debía ser solamente un jardín de infantes sino un espacio vivo, un pequeño ecosistema donde niños y niñas pudieran conectarse con la naturaleza y con las aventuras infantiles y el gran mundo imaginario que todos vivimos durante nuestros primeros años. También deseábamos conseguir un diseño que fuera estéticamente atractivo y adecuado a escala de los pequeños usuarios, un lugar que invitara a la imaginación y se sintiera hecho a su medida.

Ni siquiera dejamos de lado la importancia de la comunicación entre espacios que se debe considerar desde el mismo ingreso al Colegio, distancia enorme para los bebés que inician su experiencia escolar. Como solución, recordamos que en Alemania se usa el tren para diferentes actividades, que nos hizo concebir un tren mágico que los llevaría a un lugar de ensueño. Este concepto no solo ofrecía una forma divertida de movilizarse por el espacio, sino que también simbolizaba la conexión y el viaje emocional que los pequeños emprenden al comenzar su aventura educativa. Finalmente, queríamos que este espacio fuera memorable no solo para los niños y niñas, sino también para las familias y visitantes. Aspirábamos que cada rincón del Maternal evocara un sentido de asombro y simplicidad, algo que, aunque cotidiano, dejara una huella memorable. Fue un trabajo de precisión y sensibilidad, y aunque en su momento fue desafiante, hoy podemos decir que cada esfuerzo valió la pena.